Después de un año planeando este viaje, por fin comienza la aventura. Mochilas listas, ilusiones a flor de piel y un destino soñado: Tailandia.
Llegamos a Bangkok envueltos en nubes, sin poder ver la ciudad desde el cielo, pero sintiendo que ahí abajo nos esperaba una experiencia única.
Aterrizamos, recogimos las mochilas y, al salir del aeropuerto, Bangkok nos recibió con un golpe de calor y un caos que parecía tener su propio orden. Los colores, los olores, el sonido constante de motos y gente… Todo era un choque de sensaciones.
La ciudad vibraba a otro ritmo. Una mezcla perfecta entre lo moderno y lo antiguo: rascacielos imponentes que tocan el cielo, templos dorados escondidos entre calles estrechas, mercados llenos de vida, sabores, miradas.
Estábamos agotados, sí, pero también emocionados. Después de un año soñando con este momento, por fin estábamos aquí, listos para descubrir cada rincón.

